sábado, 26 de abril de 2014

Tu Risa

Quitame el pan si quieres quitame el aire, pero no me quites tu risa. 
No me quites la risa, la lanza que desgranas, el agua que de pronto 
estalla en tu alegría, la repentina ola de planta que te nace. 

Mi lucha es dura y vuelvo con los ojos cansados a veces de haber 
visto la tierra que no cambia, pero al entrar tu risa sube el cielo 
buscándome y abre para mi todas las puertas de la vida. 

Amor mio, en la hora mas oscura desgrana tu risa, y si de pronto 
ves que mi sangre mancha las piedras de la calle, ríe, porque tu 
risa sera para mis manos como una espada fresca. 

Junto al mar en otoño, tu risa debe alzar su cascada de espuma, 
y en primavera, amor, quiero tu risa como la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa de mi patria sonora. 

Ríete de la noche, del día, de la luna, ríete de las calles torcidas
de las isla, ríete de este torpe muchacho que te quiere, pero cuando
yo abro los ojos y los cierro, cuando mis pasos van, cuando vuelven 
mis pasos, niegame el pan, el aire, la luz, la primavera, pero tu risa 
nunca porque me moriría.

miércoles, 16 de abril de 2014

El mejor dia

Esta mañana desperté emocionado con todas las cosas que tengo que hacer antes de que el reloj marque la medianoche. Tengo responsabilidades que cumplir hoy. Soy importante.

Mi trabajo es escoger que clase de día voy a tener, hoy puedo quejarme porque el día esta lluvioso, o puedo dar gracias a Dios porque las plantas están siendo regadas gratis.

Hoy me puedo sentir triste porque no tengo mas dinero, o puedo estar contento porque mis finanzas me empujan a planear mis comprar con inteligencia.

Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo regocijarme porque estoy vivo.

Hoy puedo lamentarme por todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo, o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido.

Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar o puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo.

Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela, o puedo estudiar y abrir mi mente enérgicamente y llenarla de nuevos y ricos conocimientos

El día se presenta ante mi esperando a que yo le de vida y ¡aquí estoy yo! Su escultor. Lo que suceda hoy depende de mi.

lunes, 14 de abril de 2014

Solo un momento

Un monje zen había sido sentenciado a muerte. El rey del país lo llamo y le dijo: "Solo tienes veinticuatro horas; ¿como vas a vivirlas?"

EL monje se rió y contesto: "¡Momento a momento; tal como siempre he vivido! Para mi nunca ha habido mas que este momento, así que ¿que más da si me quedan veinticuatro horas o veinticuatro años? Eso es irrelevante. Yo siempre he vivido momento a momento, así que un momento es mas que suficiente para mi. Veinticuatro es demasiado; un momento es suficiente."

El  rey no podía comprenderlo. El monje le dijo: "Señor, déjeme preguntarle algo: ¿puede usted vivir dos momentos simultáneamente?"

Nunca nadie lo ha hecho. La única forma posible es vivir un solo momento, pero si estas absorto en el pasado o seducido por el futuro, no te sera posible atraparlo.

domingo, 13 de abril de 2014

El carpintero y la vida


Un carpintero estaba a punto de jubilarse. Le comunicó a su jefe la decisión de dejar el negocio de la construcción, para poder llevar una vida mas placentera junto a su esposa y así disfrutar los últimos años de su vida.

Su jefe lamento perder al mejor empleado. Pero antes de que se retirara definitivamente de su trabajo, le pidió que construyera una ultima casa.

El carpintero accedió por compromiso. No puso mucho esmero, ni entusiasmo en el trabajo, como en otras épocas, no cuido los detalles. Así que la construcción no se veía muy bien, incluso los materiales que uso eran de inferior calidad.

Una vez finalizado el trabajo, el carpintero invito a su jefe a visitarla. Hicieron un recorrido por la casa y al finalizar le entregó a él las llaves de la puerta y le dijo: "Querido amigo, esta casa es tuya. Es mi regalo por todos los esfuerzos que pusiste en la empresa durante 40 años."

El carpintero, con las llaves en sus manos y sus ojos llenos de lagrimas, agradeció el regalo, pero se sintió avergonzado como nunca antes por esa actitud que lo llevo a cometer ese tremendo error.

"Tu vida hoy, es el resultado de tus actitudes y elecciones del pasado...Tu vida mañana, sera el resultado de tus actitudes y elecciones hechas hoy."

Amar...

Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa. 

 Amar a un ser humano es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la vida. 

 Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es permitirle descubrir su verdad interior por sí mismo, a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas. 

 Amar a un ser humano es valorarlo por ser quien es, no por como tú desearías que fuera; es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano. 

 Amar a un ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tú mismo frente al otro, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz y, sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina: «Este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto... si tú quieres recibirlo». 

 Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y responder en forma activa su necesidad de desarrollo personal; es creer en él cuando de sí mismo duda, contagiarle tu vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se sienta débil, confiar en él cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha; es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente. 

 Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a la vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa. 

 Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría; es desvelar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.

 Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios límites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos. 

 Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada «ser humano», de la cual tú formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.

                                           Miguel Angel Cornejo

Los dos amigos...

En una comarca vivían dos amigos verdaderos; 
todo lo que poseía uno le pertenecía al otro. 

Una noche, uno de ellos saltó del lecho alarmado, 
corrió a casa de su amigo y despertó a los criados. 
 Despertóse también con el alboroto el amigo dormido, 
cogió su bolsa de dinero y sus armas y salió al encuentro del otro:

"¿Qué puede haber sucedido para que vengas corriendo en plena noche? 
 ¿Es que has perdido todo tu dinero en el juego? 
 Si es así, aquí tienes el mío. 
 Si has tenido alguna disputa, aquí tienes mi espada. 
 Vamos adonde sea. 
 ¿Te sientes triste por dormir siempre solo? 
 En mi lecho tengo a una esclava bastante hermosa, ¿quieres que la llame?"

 "No." -contestó el amigo- "No se trata de nada de eso, y agradezco tu preocupación.
 Te me apareciste en sueños entristecido; temí que fuese verdad, 
y vine corriendo a verte. 
¡El maldito sueño tiene la culpa!"  

¿Cuál de los dos sentía mayor amistad por el otro? 
 ¡Es tan dulce cosa un amigo verdadero! 
 Este busca nuestros deseos en el fondo de nuestro corazón;
 nos evita la vergüenza de tener que descubrirlos nosotros mismos. 
 Un sueño, la mejor cosa, le aterra al instante, tratándose de aquel a quien ama.

                                                                                              J. de la Fontaine

Sin ataduras

Una vez un guerrero indígena muy respetado y la hija de una mujer 
que había sido matrona de la tribu, decidieron casarse, para lo cual 
consiguieron el permiso del cacique de la tribu. 
Pero antes de formalizar el casamiento fueron a ver al Brujo, 
un hombre muy sabio y muy poderoso, que tenia elíxires y conjuros 
para conseguir la protección de los dioses. 

El brujo les dijo:
"Bueno, hay un conjuro que podemos hacer... 
pero no sé si están dispuestos porque es bastante trabajoso". 
"Sí, claro", le dijeron. 

Entonces el brujo le pidió al guerrero que: 
-Escale la montaña más alta. 
-Busque allí al halcón más vigoroso. 
-El que vuele más alto. 
-El que le parezca más fuerte. 
-El que tenga el pico más afilado. 
-Y que, vivo, se lo traiga. 

Y a ella le pidió: 
-Vas a tener que internarte en el monte. 
-Buscar el águila que te parezca que es la mejor. 
-La que vuele más alto. 
-La que sea más fuerte. 
-La de mejor mirada. 
-Vas a tener que cazarla sola, sin que nadie te ayude y 
vas a tener que traerla viva aquí. 

Cada uno salió a cumplir su tarea. 
Cuatro días después volvieron con el ave que se les había encomendado, 
y le preguntaron al brujo: 
"¿Ahora qué hacemos?, ¿las cocinamos?, ¿las comemos?, 
¿tomamos su sangre?, ¿qué hacemos con ellas?". 

El brujo les dijo: 
"Vamos a hacer el conjuro, ahora átenlas entre sí por las patas 
y suéltenlas para que vuelen". 

Entonces el águila y el halcón comenzaron a tropezarse, intentaron volar, 
pero lo único que lograron, fue revolcarse en el piso, se hacían daño 
mutuamente, hasta que empezaron a picotearse entre sí. 

El brujo de la tribu les dijo: 
"Este es el conjuro, si ustedes quieren ser felices para siempre 
vuelen independientes y jamás se aten el uno al otro”.

Solo un trozo mas de Vida...

Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo 
y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, 
pero en definitiva pensaría todo lo que digo. 

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. 

Dormiría poco, soñaría más, andaría cuando los demás se detienen, 
despertaría cuando los demás duermen. 

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de 
bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. 

Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo 
y esperaría a que saliera el sol. 

Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, 
y el encarnado beso de sus pétalos... 

A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar 
que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que 
envejecen cuando dejan de enamorarse. 

A un niño le daría alas, pero dejaría que él solo aprendiese a volar. 

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. 

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... 

He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, 
sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. 

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, 
por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. 

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho de mirar 
a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. 

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, 
pero realmente de mucho no habrán servir, 
porque cuando me guarden dentro de esa maleta infelizmente me estaré muriendo. 

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. 

Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, 
te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. 

Si supiera que estos son últimos minutos que te veo diría "te quiero" 
y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. 

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. 

Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. 

Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, 
entonces lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa,
un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.

Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, 
quiérelos bien, toma tiempo para decirles "lo siento”; “perdóname",
"por favor", "gracias" y todas las palabras amor que conoces. 

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos sino por la fuerza 
y sabiduría para expresarlos. 

Demuestra a tus amigos cuanto te importan. 

Gabriel García Márquez ( Carta escrita a consecuencia del agravamiento de su cáncer linfático)

¿Que es el amor?

En una de las salas de un colegio había varios niños. 
Uno de ellos preguntó: Maestra... ¿Qué es el amor? 
La maestra sintió que el niño merecía una respuesta que estuviese a la altura 
de la pregunta inteligente que había formulado. 
Como ya estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos 
que dieran una vuelta por el patio de la escuela y 
trajesen aquello que más despertase en ellos un sentimiento de amor. 

Los chicos salieron apresurados y cuando volvieron, 
la maestra les dijo: -Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo.- 

El primer alumno respondió: -Yo traje esta flor: ¿No es linda?- 
Cuando llegó su turno, el segundo alumno dijo: -Yo traje esta mariposa. 
¡Vea el colorido de sus alas!- 
El tercer alumno completó: -Yo traje este pichón de pajarito 
que se cayó del nido ¿No es gracioso?- 

 Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo 
que habían recogido en el patio. 
Terminada la exposición, la maestra notó que una 
de las niñas no había traído nada y que había 
permanecido quieta durante todo el tiempo. 
Se sentía avergonzada porque no había traído nada. 

 La maestra se dirigió a ella y le preguntó: -Muy bien: ¿Y tú? 
¿No has encontrado nada?- 

La niña, tímidamente respondió: -Disculpe, maestra... 
Vi la flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla 
para que exhalase su aroma por más tiempo. -
-Vi también la mariposa, suave, colorida, pero parecía tan feliz que 
no tuve el coraje de aprisionarla. -
-Vi también el pichoncito caído entre las hojas, pero... 
al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre.. .- 

-Por lo tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor, 
la sensación de libertad de la mariposa y la gratitud que 
observe en los ojos de la madre del pajarito. 
¿Cómo puedo mostrar lo que traje?- 

La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, 
considerando que había sido la única que logró percibir que 
sólo podemos traer el amor en nuestro corazón

El zapatero pobre

La historia cuenta que había un zapatero que no podía cubrir sus mínimas necesidades con lo que ganaba en su trabajo. 
Un día llegó Jesús y le pidió que arreglara sus sandalias, que estaban muy deterioradas. 

Jesús le dijo: -Te puedo dar lo que quieras si me las arreglas.-
El zapatero lo miró con desconfianza y le dijo: -¿Me puedes dar tu el millón de dolares que necesito para ser feliz?- 

Entonces Jesús le dijo: -Te puedo dar 100 millones de dolares, pero a cambio tendrías que darme tus piernas.- 
El zapatero respondió: -¿De que me sirven 100 millones de dolares si no tengo piernas?- 

Pero Jesús insistió: -Te puedo dar 500 millones de dolares, si me das tus brazos.- 
-¿Pero Señor que puedo hacer con 500 millones y sin brazos?, ni siquiera podría comer solo.- 

El señor le hablo de nuevo y dijo: -Te puedo dar 1000 millones, si me das tus ojos.- 
El zapatero, contestó: -¿Que puedo hacer yo con tanto dinero si no podría ver a mis hijos, a mi esposa y las cosas bellas de este mundo?- 

Jesús con una dulce sonrisa le dijo: -Tú dices que eres pobre, pero te he ofrecido ya 1600 millones de dolares y los has rechazado.¿No te das cuenta lo rico que eres?, que no cambiarías por todo el dinero del mundo las partes de tu cuerpo.-

Amor maduro

En la verdadera relación tiene que haber 
integración de dos integridades y no absorción. 
Tiene que haber unión, no identificación, 
porque en toda identificación cada uno pierde su identidad. 
En la absorción se da un desdichado juego 
de pertenencia y posesión. 
Ambos sujetos son dependientes. 
Ninguno de los dos puede vivir sin el otro. 

Los dos tratan de escaparse del aislamiento, 
el uno haciendo del otro una parte de sí mismo 
y el otro haciéndose pertenencia. 
Persona madura es aquella que no domina ni se deja dominar. 
Relación madura supone, pues, apertura o movimiento
hacia un «tú», pero salvaguardando mi integridad, 
siendo yo mismo. 

Como dice Fromm, «esta relación constituye 
la paradoja de dos seres que se convierten en uno, 
y no obstante, siguen siendo dos».

En una palabra, nuestra relación debe constar de oposición y de implicación.

                                                                               Ignacio Larrañaga

El amigo vs. el verdadero amigo

Un amigo piensa que los problemas por los que te quejas son recientes.
Un amigo verdadero te dice: ¡¡¡Deja de quejarte por las mismas cosas y haz algo al respecto de una vez por todas!!!

Un amigo nunca te ha visto llorar.
Un verdadero amigo lleva los hombros empapados de tus lágrimas.

Un amigo desconoce los nombres de tus padres.
Un verdadero amigo guarda sus números telefónicos en una agenda.

Un amigo lleva una botella de vino a tu casa cuando hay fiesta.
Un verdadero amigo llega a tu casa temprano para ayudarte con los preparativos y se queda hasta tarde para ayudarte a recoger todo.

Un amigo busca hablar de tus problemas.
Un verdadero amigo te ayuda a buscarle solución a tus problemas.

Un amigo piensa que se acabó la amistad cuando hay una discusión.
Un verdadero amigo reconoce que no es una amistad hasta que no hayan discutido.

Un amigo espera que estés siempre a su lado.
Un verdadero amigo espera siempre estar a tu lado.

                                                                                Jagninet

sábado, 12 de abril de 2014

Hombres necios que acusais


Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Apreciado amigo...

Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de ti
y la lluvia caiga suave sobre tus campos.

Y hasta que nos volvamos a encontrar,
que Dios te sostenga con el puño de su mano. Que vivas por el tiempo que tú quieras y que nunca quieras vivir tanto como vives.

Recuerda siempre olvidar
las cosas que te entristecieron.
Pero nunca te olvides de recordar
las cosas que te alegraron.

Recuerda siempre olvidar
a los amigos que resultaron falsos.
Pero nunca olvides recordar
a aquellos que permanecieron contigo.

Recuerda siempre olvidar
los problemas que ya pasaron.
Pero nunca olvides recordar
las bendiciones de cada día.

Que el día más triste de tu futuro
no sea peor que el día más feliz de tu pasado. Que nunca se te venga el techo encima
y que los amigos reunidos debajo de él,
nunca se vayan.

Que siempre tengas palabras cálidas
en un frío anochecer.
Una luna llena en una noche oscura,
y que el camino siempre se abra a tu puerta.

Que haya una generación de hijos
en los hijos de tus hijos.
¡Que vivas cien años,
con un año extra para arrepentirte!

Que el Señor te guarde en su mano
y nunca apriete mucho tu puño.

Que tus vecinos te respeten,
los problemas te abandonen,
los ángeles te protejan,
y que el cielo te acoja.

Que la fortuna de las colinas irlandesas te abracen.
Que las bendiciones de San Patricio te contemplen.

Que tus bolsillos estén pesados
y tu corazón ligero.
Que la buena suerte te persiga
cada día y cada noche.

Muros contra el viento,
un techo para la lluvia,
y bebidas junto a la fogata.
Risas para consolarte,
aquellos a quienes amas cerca de ti,
¡Y todo lo que tu corazón desee!

Que Dios esté contigo y te bendiga,
que veas a los hijos de tus hijos,
que el infortunio sea pobre,
rico en bendiciones.

Que no conozcas nada más que la felicidad
desde este día en adelante.
Que Dios te conceda muchos años de vida,
de seguro Él sabe que la tierra
no tiene suficientes ángeles.

                            Bendiciones irlandesas

Poema XX - Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

 Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
 y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

 El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
 Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

 En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
 La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

 Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
 Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

 Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
 Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

 Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
 Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. 

 Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
 La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

 Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
 Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

 Como para acercarla mi mirada la busca. 
 Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 

 La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
 Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

 Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
 Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

 De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
 Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

 Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
 Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

 Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
mi alma no se contenta con haberla perdido. 

 Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Soneto XVII - Pablo Neruda

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio 
 o flecha de claveles que propagan el fuego:
 te amo como se aman ciertas cosas oscuras, 
 secretamente, entre la sombra y el alma. 

Te amo como la planta que no florece y lleva 
 dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, 
 y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo 
 el apretado aroma que ascendió de la tierra. 

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, 
 te amo directamente sin problemas ni orgullo: 
 así te amo porque no sé amar de otra manera, 

sino así de este modo en que no soy ni eres, 
 tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía, 
 tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

Deseo para ti

Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores.

Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar, sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, más no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean seres oprimidos tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico. Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ése dinero frente a ti y digas: "Esto es mío", sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estén exhaustos y sonrientes, hablen sobre el amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte, sino que seas feliz.


Victor Hugo

Historia de un verdadero y eterno amor

Él había fallecido hace un año y se acercaba una fecha importante, el día de San Valentín. 

Todos los años él le enviaba un ramo de rosas a su esposa con una tarjeta que decía: "Te amo más que el año pasado, mi amor crecerá más cada año". Este sería el primer año en que Rosa no las recibiría, extrañándolas estaba cuando llamaron a su puerta y para su sorpresa, al abrir estaba un ramo de rosas frente a ella con una tarjeta que decía: "Te Amo".


Por supuesto se molestó pensando que había sido una broma de mal gusto. Llamó a la florería para reclamar el hecho. Amablemente el dueño le dijo saber del fallecimiento de su esposo un año atrás y le preguntó si había leído el contenido de la tarjeta; le explicó que esas rosas las había pagado su esposo por adelantado, así como todas las demás para todos los años por el resto de su vida. 

Al colgar el teléfono, a Rosa se le llenaron los ojos de lágrimas y al abrir la tarjeta vio que estaba escrita por su esposo y decía: 


"Hola mi amor, sé que ha sido un año difícil para ti, espero te puedas reponer pronto, pero quería decirte que te amaré por el resto de los tiempos y que volveremos a estar juntos otra vez. Se te enviarán rosas todos los años, el día que no contesten a la puerta harán cinco intentos en el día y, si aún no contestan, estarán seguros de llevarlas a donde tú estés que será junto a mí. Te ama, tu esposo". 


Este suceso nos hace ver que cuando se ama a alguien no importa donde estés, todo es posible. 



Testimonio de María del Pilar Peñaranda

El precio del amor

El dueño de una joyería estaba tras el mostrador, mirando la calle distraídamente. Una niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina. Sus ojos color de cielo brillaban cuando vio un determinado objeto. 

Entró en el negocio y pidió ver el collar de turquesa azul. «Es para mi hermana. ¿Puede hacerme un paquete bien bonito?» —dijo ella. 
El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó: «¿Cuánto dinero tienes?». 

Sin dudar, sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz: «¿Esto alcanza?». 

Eran apenas algunas monedas las que exhibía orgullosa. «¿Sabe?, quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es su cumpleaños y estoy segura que quedará feliz con el collar que es del color de sus ojos». 

El joyero, emocionado, fue a la trastienda, colocó el collar en un estuche, lo envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde. «Toma, —dijo a la niña—. Llévalo con cuidado». 

Ella salió feliz, corriendo y saltando calle abajo. Aún no acababa el día, cuando una linda joven entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó: «¿Este collar fue comprado aquí? ¿Cuánto costó?». 

Señorita, —dijo el dueño del negocio— el precio final de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente». 

La joven replicó: «Mi hermanita tenía solamente algunas monedas. El collar es verdadero, ¿no? Ella no tenía dinero para pagarlo». 

El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta, lo devolvió a la joven y le dijo: «Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: ella dio todo lo que tenía». 

El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos volvieron a tomar el pequeño envoltorio.


Alberto Camargo Zanabria